La relación entre las personas y la naturaleza es, en el fondo, una conversación antigua y siempre renovada: una mezcla de dependencia, asombro, abuso y cuidado. No es solo lo que hacemos con los bosques, los ríos o los animales; es también lo que creemos sobre nosotros mismos cuando estamos frente a un paisaje, y qué historias contamos para justificar nuestras acciones.
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