jueves, 30 de octubre de 2025

Ya que estamos de paso, dejemos huellas bonitas


Ya que estamos de paso, ¿por qué no dejar huellas que valgan la pena? Vivimos en tránsito: días, encuentros, trabajos, viajes. Lo fugaz no disminuye lo que podemos sembrar; al contrario, lo vuelve precioso: una palabra amable, una ayuda inesperada, un gesto que alivie. Esas pequeñas marcas —no siempre visibles, muchas veces intangibles— son las que, juntas, hacen más suave el mundo para quien viene detrás.

Dejar huellas bonitas no exige grandes gestos ni perfección: pide coherencia, atención y generosidad. Escuchar sin interrumpir, ofrecer tiempo, recoger lo que dejamos tirado, enseñar sin presumir, pedir perdón cuando toca. Es cultivar un rastro que da fruto en actitudes replicables: otros ven, aprenden y siguen.

Pequeñas acciones prácticas:

  • Sonríe y mira a las personas a los ojos cuando hablas con ellas.

  • Haz una buena acción diaria, por mínima que sea (sostener una puerta, ayudar a cargar, recoger basura).

  • Comparte conocimiento y tiempo: enseña algo que sabes o acompaña a quien lo necesita.

  • Respeta el lugar: cuida el entorno —espacios comunes, naturaleza— como si fuera prestado.

  • Sé honesto y cumple tus promesas, aunque sean pequeñas.

Si todos dejáramos aunque sea una huella bonita cada día, el camino sería otro. Empecemos ahora: tu próxima huella puede ser la que más importe para alguien. 🌱✨

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